IV
¿Qué hidras condenan al hijo de nuestras miradas?
Sólo el roce de tu piel con la sarna de mi ego
Traeran de vuelta la oscuridad de aquel eclipse
Que me condenó a dejarte con las cadenas del olvido.
Guarda silencio la noche empieza
Tanto tiempo valió la pena
Ahora esperemos tranquilos
No falta más que un silencio
Para volver a nuestro futuro
Revolquemonos un momento
La tierra es parte de tu piel
Como las plumas del gorrion
Son las cosquillas del cielo
Y grita tus penurias
Como la comedia mas grande
Que la vida comienza sucia
Al burlarte de lo trágico
Imagina cuantas eras esperamos
Para estar aqui nuevamente
Y revolcarnos en la tierra
En la caca de los perros
Y en los bordes de las abejas
Hay quejidos de insectos
Todo ese tiempo acumulado
En las arrugas y verrugas
Pero sabes algo
Todo ese tiempo en la camara de tortura
Mientras me quitaban las uñas
Mientras me quemaban los ojos
Mientras me golpearon hasta ser lo que soy
Una humano deforme que vió a los suyos irse
Y morir con el cuerpo de sus mil padres
Y con el millón de hermanos e hijos muertos
Es el precio de lo inmortal
Un día nací y no pude perecer más
Pues mi condena fue esperarte
Mi condena fuiste tu
Al principio te vislumbraba en sueños
Como una imagen borrosa e inalcanzable
Que esperaba besar eternamente
Dormí por meses pero nunca
Si quiera pude saber tu nombre
Me decían que te llamabas afrodita
Otros Astarte, Ishtar, Venus,
Y nada pudo saciar mi boca
Entonces desperté y supe yo
Que la unica respuesta estaba en el sueño
Que te escondías en lo más oscuro
En la última rama de la sabia araucaría
En lo milenario de las ruinas del magma
Que eras a la vez una y todas las gotas de sueño
Entre la carne de tu alma se esconde mi nombre
En esa misma carne que me une a ti
Y me recosté en los pastos de cemento
Cerca de una flor que brotaba de una grieta
Para llamar a las hadas sin origen
Desterradas del cielo y el infierno
Voltié la mirada al pueblo imaginarío
abandoné los signos que me hacían hombre
fui desterrado de la perpetuidad
para encontrarme con los sabios
que nada pudieron explicarme
y más lejos en lo alto de una colmena
eras la reina de todas las fieras
y en mi pecho la daga del castigo
se hacía visible cuando te esparcias
en cada abeja que defendía a su reina
y cada aguijón en mí
erás tú que me besabas
y cada soldado agonizante en el suelo
eran tus risas por estar a mi lado
de alguna forma por fin lo estabamos
entre el veneno y la sangre
el elixir de tu boca gemía
tan bellamente arrugado
que yo sabía quien eras
fue así como se abrió la belleza
la verdadera belleza
y lloré riendo de euforia
y se reveló ante mi tú nombre
tu verdadero nombre
erás tú Onírica
y yo el condenado a tí
para encontrar mi muerte
en tus labios de cristal.