¿Dónde quedaron las hojas que jamás caerían?
¿Dónde quedaron las hojas que jamás caerían?
cuando prometimos regresar vimos el árbol a lo lejos
y ahora aquí parados con el agua en nuestras manos
lamiendo el estanque que brindó un socorro a él mismo.
Es tanto el tiempo que se nos olvidó como caminar
y marchamos erróneamente por las sendas de un abismo
sin siquiera percatarnos del paisaje que nunca tuvimos.
No fue la lluvia el intenso dolor que sentimos estos años
quizá el viento apaciguaba nuestro lamento en la memoria
pero estos ciclos sólo rasmillan las canillas en las piedras
como las garras del mar que rasga la arena en sus orillas
así es el oleaje en marea alta: azota todo cuan cerca esté.
Y así somos, azotados por la vida y encariñados por la muerte
vamos a la entrega de una caricia en los labios de una mujer
dama azul ante los ojos de cada hombre que habla sola
en una gaviota que se pierde en su vuelo por el acantilado
esos caminos sin rumbo que nos llevan a tantos lugares
es como si el aire nos empujara y quisiera embellecernos
basta con una flor seca para que el sol muera en el océano
basta que nosotros olvidemos a las hojas que han de caer
para regresar donde prometimos y olvidarnos de todo.