martes, 21 de julio de 2009

cemento

Que bonita sería la muerte
si fueras tú quien regara las plantas secas de la tumba.
Que bonita sería la muerte
si fueras tú quien sembrara la madera del sarcofago,
si fueras tú el metal que penetra la tierra:
la pala que le cierra los párpados a todos
para teclear una lágrima
en las delgadas alas de cada rostro.
si fueras tú las manos que asfixian el último respiro,
que bonita, que bonita sería la muerte si fueras tú ella.
Si te vistieras de carne podrida y de larvas biscozas
y si escondieras esos ojitos brillocitos
y te sacaras la piel en la oscuridad
y te quedaras callada para hacerme compañía
con la soledad de las flores secas,
que bonita sería la muerte, que bonita la eternidad
si la muerte fueran tumbas regadas
por estatuas blancas que derramabn su agua
por bocas como las tuyas.

Y aún así ese miedo en cada espejo
cuando entras a un supermercado
a enfermarte con un poco de humanidad
cuando el superheroe del comic de pronto eres tú
y el margen que separa
no es más que el pestañeo de un momento a otro,
¿la niñez se marchó
o fue sólo un recuerdo;
un invento?
la idea de respirar el aire
nos hace peces en los cielos
y ballenas en la tierra,
gotas en el fuego y llamas en el agua
mejor sonrisas en la ceniza de la brisa,
si después de todo las penas de los muertos
regresan en las sonrisas de los niños.

lunes, 13 de julio de 2009

celular

celular de plástico, ablución intolerante a la carne
con escalones de casa, con madera entre las cejas,
celular de plástico, de no piel ni sistemas internos,
celular la conexión entre los juguetes y los dedos,
celular pegajoso de células amantes, celular mundo,
de choques eléctricamente electrónicos al tacto
entre la vista con la vista por la vista y para la vista,
a la vista y desnuda, única, seria y sensible
que se recoge como un caracol a la presencia de peligro
se camina adentro de los rieles
celular de números y jugadas protestantes como religión
de cometa, de estrella en los cielos, de piel deshollejada,
estrellas disparadas desde las pistolas hechizadas de las esquinas
hasta los testículos de Dios,
hasta la voz olvidada del llanto entre los celos del hombre,
la sangre seca, la sangre oxidada, la sangre sobre las luces
sangre y más sangre que circula por las venas, sangre oscura
oscurecida por el cuerpo de los mamíferos
las junglas de la interioridad del cuerpo, se vienen las hordas,
se callan las estrellas por un momento al oír el canto de la lluvia
sobre el techo de nuestras agrietadas casas,
se marchan los vendedores algodón, se esconden los perros vagos,
se encubren los desposeídos de hogares, se acuestan los niños a ver
los programas de la televisión abierta, la mujer solitaria toma su teléfono,
y se toman la cabeza, y la pierden por un momento
hasta que algún murmullo de los techos
de evidencia de un cascarón quebrado
y la abstinencia del calor entre los dedos unidos; manos celulares,
manos en contacto con los agujeros oscuros
le declare a los tambores la paz de los polos apuestos.