Que más
Que molesta actitud emana de mi cuerpo
quien se cree individuo y reposa los ojos
a las aguas de la tarde melancólica, ida,
entristece los cerámicos, los flores trazadas,
las luces de aquel árbol sin vida emplastecido,
manzanas envejecidas, duraznos masticados,
campanas sin sonido, ampolletas vacías,
sonidos de papel, agua reposada, vidrios rotos,
servilletas perdidas, cables sueltos, ceros digitales,
saliva acumulada, hedor de pies sucios: mal olor,
un pájaro en el pecho, gusanos en los puños,
arañas en la espalda, un coito sobre mi sien;
no dejo de pensar, cuchichear, masticar…
mis horas se van, escapan de mi piel,
y huyo sin saber por esta carretera
de locura incomprendida ante mis ojos,
quebradiza, corta mis pies inválidos
maldito el día aquel que conocí la vida,
tan extraordinaria preciosidad
no es para los hombres,
¡Malditos ellos!
que no se comparan
con la tenue pisada de la hormiga.
¡Malditos los dioses!
que crearon al hombre y su lamento,
digirieron la sal en la tormenta
y arrojaron la carne en el cementerio.