jueves, 2 de octubre de 2008

Cuando los hombres ven el cielo acercarse
el temor que siempre existe deshabita el pecho
al estar de pronto frente a las estrellas
el recuerdo de una musa de ojos cautivos
se forma al unir unos astros con otros
y soñar basta para elevar el cuerpo al cuerpo
el índice de cada puño acaricia la sonrisa
que se desparrama en toda el agua mineral
se acerca el cielo y el rostro que no se nombra.

Del costado de la estrella nace la oscuridad
como disgregación de pus de polvo estelar
se sienta uno a pensar bajo los robles de la plaza
el mundo de los ciegos no pide perdón
el traba lengua de los mudos llora
y el frío de la tarde entre las hojas
abre el escalofrío al cuerpo frente al miedo
es uno hombre en aquellos actos
al sentirse vivo ante un dolor invisible
que se callen las palomas por un momento
que dejen los garabatos de lado por silencio
que se atraganten con alfileres y migas añejas
que dejen al ciego mirar tranquilo su mundo
y al mudo cantar esa sinfonía que no se escucha

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