domingo, 1 de febrero de 2009

Detro de Un Corcel

¡Hermanos! ¡Amigos míos!
mi desaparición no fue sencilla
estuve dentro de un fino corcel
llevaba por nombre Alfonso
de entre sus dulces pezuñas crecían sogas al
corazón humano mientras vomitaba un amanecer
sus piernas eran delgadas como un hilo de agua
es cierto, el proceso increíble de la aceptación
fue sin duda el antojo de la soledad sobre mi.
tuve miedo, crecí llorando, apreté mis brazos
mordí mi lengua ¡grité!
intenté ser una molécula dentro de una molécula
dentro de un fino corcel de migas de trigo
conocí a Jalis, la noble hija de un obrero
era una bella mujer de unos 19 años
a quien la leche de sus mejillas se le afrutillaron
esa mujer era tan bella como tan horrible
en su pieza tenía pegado posters de los beatles
y unas fotografías de sus vidas pasadas
y allí fue cuando me vino el primer indicio
lo que partió con un pinchazo en el estómago
culminó con un llanto que ella guardó en un vaso
vagas melancolías dentro de un vaso de vidrio
y es cuando vi mi dolor atrapado, sin salida
sin escapatoria
Jalis solo reía, empezó a sonar una canción
una melodía que no provenía de ningún lugar
¡ningún aparato la tocaba! ¡ningún instrumento!
Jalis reía tocaba sus manos su pelo su imagen
me miraba con unos ojos apacibles y tercos
bellos como un cometa asomándose a los barcos
están dentro de ti, están en todas partes
(ella susurraba despacio, casi sin voz)
bebía el agua mientras encendía la luz
en aquel momento de incomprensión
la besé en esos cautos labios de cereza
el sabor a un beso es amargo cuando se ve el dolor
de nuestro beso nacieron espejos circulares
que me mostraron el dolor, mi reflejo; al yo.

***

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