sábado, 31 de enero de 2009

me manejo en lo que sé que no puede escribirse
como irse con un manojo de platanos en las manos
o hurtar un poco de pan rojo de los almacenes
con la vitalidad de adán entre los muslos
y el frenesí de Eva al devorar carnes sin procesar
aquel paisaje que se dibuja a si mismo desde un ventanal
a la luz de las agujas de la frontalidad de nuestro pensamiento
sería al fin el perro hambriento que se oculta en la nostalgía
los trabajadores salen a morir en los dioses de cada empresa
y reposan sus almas en un féretro de almohadas por las noches
¡esos sueños terribles! ¡esas venas que se inflan!
el suave puño de un obrero es más tierno que la boca de los burocráticos
la brisa desciende entre las frentes de las hojas hasta las mejillas de una niña
¡una niña se incendia! ¡una niña se evapora!
el pequeño bolso sobre su hombro tira llamas
¿o es un dragón el que ruge desde su cuerpo?
o son esas piernas que me llaman como un
arcoiris después de la lluvia cuando respiro?
la lengua, humedecidad por el agua de la ventana
me hace saborearles el silencio.

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