lunes, 4 de mayo de 2009

cuando ya mis manos no puedan tocarte

en ese punto donde la lluvia no nos una
y donde el sol por mucho que brille no caliente
en cada vereda limpia y llena de envoltorios vacíos
desolados en una vasta ciudad de piedra y carne.

Hay algo en el interior de todos
algo más frió que la carne seca
un espejo en los ojos que no miro
es estúpido salir un día sin saber
caminar de pronto y volverse adicto
albergarse entre los matorrales de gente
sólo para hurtar un suspiro que devuelva la garra chilensis
probablemente la vida se nos fue
y gastamos nuestros zapatos
y gastamos la tinta de nuestra pena
siguiéndole los pasos a la muy fresca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me acorde de una pena