sábado, 12 de julio de 2008

Oasis


y cuando caí en esta tregua
ya no habían elementos en la vida sin nombre
no habían quejidos sin nombres
no habían risotadas sin nombres
no había estirpe sin nombre
no había malestar sin nombre
no había recuerdo sin nombre
no había afecto sin nombre
no había rencor sin nombre
no había mortal sin nombre
no había llanto sin nombre
no había quimera sin nombre
no había verdad sin nombre
no había haber sin nombre
no había muerte sin nombre
no había auxilio sin nombre
no habían córneas sin nombre
no había sexo sin nombre
no había estaca en las manos sin nombre
no había belleza sin nombre
no había dialecto sin nombre
no había lexema sin morfema sin nombre
no había letras sin nombres
no habían palabras sin nombre
no había bueno ni malo sin nombre
no había tú ni yo sin nombre
no había pasado sin nombre
no había futuro sin nombre
no había nada sin nombre
y en sueños existió la palabra
el niño que una vez fuimos
el que dudó de sus zapatos
de la hormiga y del futuro
nunca un pasado y un futuro existieron
nunca hasta el día sin nombre de la tertulia sin nombre
la gota cayó por gravedad en un rincón
la obertura revivió el relámpago
luces de momento articulación en pérdida
y a pesar de todo un suspiro me trae de vuelta
me trae a sentarme en este trono casi muerto
me trae para volver a ese espacio del que nunca escapo
y entre las aberturas de cada almohada
esconder mi mano para sentir tú calor
y dentro de mis quebrantes párpados
una costra cicatriza tu recuerdo.




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