jueves, 26 de agosto de 2010

En el Fin de nuestra imaginación

brotar como un hebra luminosa es un caballo destellante
pisando campos estrellados de pedernales
que me recuerda todas las noches de un verano lejano
donde las hojas secas en el suelo olían nuestros pasos.
Un lugar en el fin de nuestra imaginación
donde los trenes jamás se detienen,
más allá del espejismo ventoso del desierto
nos esperá aquella piedra que sembramos
bajo la espuma de las cunetas pintadas
de un color blanco como nuestro dientes de leche.
Éramos aquellos que desconocían el olvido
y ahora se ahogan en la cuchara del tiempo,
tomábamos las calles por asalto en un juego de domingo
con lo silencioso de nuestra salada felicidad,
teníamos el mundo en nuestros dulces mediahora
hasta que debíamos partir de regreso a nuetras camas
para encontrarnos nuevamente
en algún lugar en el fín de nuestra imaginacion

2 comentarios:

Rodfry dijo...

Cuando somos niños, la simpleza de la vida y el ocaso del día, se remiten sólo a un irse a dormir a la cama, y volver a soñar.

Me gustó, tuve que releerlo, me gustan tus metáforas, aunque soy muy poco lerdo y me cuesta entenderlas.

Nos vemos!

De los cielos... dijo...

Es interesante el pensar en la niñez. Es lindo retornar a tan grandioso periodo donde la imaginación nos hacía viajar en un espacio relativamente pequeño, en donde éramos grandes protagonistas en un mundo lleno de aventuras... aventuras que nos llenaba de gozo... gozo que unía el cielo y la tierra... :) ...