domingo, 24 de octubre de 2010

Revoltijo

Y de extraños acontecimientos fue la noche un paladar fermentado con música y entretención. Solo, en una silla disimulando y pretendiendo conocer las verdades de la vida, mientras las niñitas con sus nuevas poleritas y sus maquillajes sobre exaltados me escupían su vacío en la mirada. Sentado, el vaso de cerveza a unos sorbos de acabarse. Los sueños se hacen voces caminantes que se pierden en los bosques del absurdo. Solo, como un pedazo de carne secándose en el desierto, con un poco de cobardía acumulada, entonando cantos rotos a ningún lugar.Pasan los muchachotes con un símbolo de cara propaganda tatuada en su cuerpo. El sentido no tiene derecho al desastre. Se atraganta el cigarro a medida que se extingue, la ceniza pervierte mi último pensamiento bajo mis uñas sucias, el rojo ardor de la importancia se avejenta en la jubilación de los ceniceros. Afuera, la música estalla en un delicado nido bajo mis hombros.

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