cemento
Que bonita sería la muerte
si fueras tú quien regara las plantas secas de la tumba.
Que bonita sería la muerte
si fueras tú quien sembrara la madera del sarcofago,
si fueras tú el metal que penetra la tierra:
la pala que le cierra los párpados a todos
para teclear una lágrima
en las delgadas alas de cada rostro.
si fueras tú las manos que asfixian el último respiro,
que bonita, que bonita sería la muerte si fueras tú ella.
Si te vistieras de carne podrida y de larvas biscozas
y si escondieras esos ojitos brillocitos
y te sacaras la piel en la oscuridad
y te quedaras callada para hacerme compañía
con la soledad de las flores secas,
que bonita sería la muerte, que bonita la eternidad
si la muerte fueran tumbas regadas
por estatuas blancas que derramabn su agua
por bocas como las tuyas.
Y aún así ese miedo en cada espejo
cuando entras a un supermercado
a enfermarte con un poco de humanidad
cuando el superheroe del comic de pronto eres tú
y el margen que separa
no es más que el pestañeo de un momento a otro,
¿la niñez se marchó
o fue sólo un recuerdo;
un invento?
la idea de respirar el aire
nos hace peces en los cielos
y ballenas en la tierra,
gotas en el fuego y llamas en el agua
mejor sonrisas en la ceniza de la brisa,
si después de todo las penas de los muertos
regresan en las sonrisas de los niños.