Y de las montañas ejercitos de cepillos de dientes
deambulaban caolgándose de nube en nube
corrigiendo de sudor gotas de araucarias.
De entre sus dedos larvas de soles despertaban
bajo las lunas de sus meñiques hablaba un desierto.
domingo, 11 de julio de 2010
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3 comentarios:
Ssshuper loco... quisiera un cepillo de dientes así.
Debieras actualizar tu blog. Sólo encuentro telarañas y nada así como interesante. No mates mis expectativas tan fácilmente.
Los ejércitos llevan sus manos vaciadas de larvas tras la muerte...
Las araucarias gotean su sudor siglo tras siglo, cómo no habrán quedado secos aún los pueblos aborígenes?
Te felicito por el texto..está es mi interpretación como lector y ente ¿LIbre?
un abrazo.
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